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No basta con la pena

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Quienes están detrás de las programaciones, quienes seleccionan las imágenes, quienes compran los derechos de explotación de determinados programas, saben perfectamente lo que hacen: Buscan la rotundidad del éxito, aunque a veces metan la pata, lanzando flechas emponzoñadas al corazón, a la esfera emocional. Y quienes construyen las informaciones y los "testimonios" sobre violencia de género, también. Saben perfectamente que la mejor manera de que las cosas sigan igual, de encubrir la problemática de fondo y mantener impolutas las relaciones jerárquicas entre los sexos, es informar sobre la violencia sexista como si se tratara de una suma de "dramáticos" sucesos personales en vez de como un problema ideológico y colectivo, fruto del sistema patriarcal en el que nos educamos mujeres y hombres.

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Seguir utilizando términos como " crimen pasional" o " compañero sentimental", refiriéndose al asesino, y frases como "un problema que se ha hecho dramático" o "aunque había rehecho su vida con otra mujer, seguía enamorado de ella y no quería perderla", es, además de una grave ofensa, una manera de justificar el uso de la violencia de los hombres contra las mujeres, de dar carta de normalidad -por "dramática" y " lacra social" que sea- a los asesinatos de mujeres. En la construcción de todo relato informativo juegan un papel fundamental las fuentes. En el caso de la violencia de género, las más habituales, intencionadamente, son vecinales y familares, cuyas declaraciones contribuyen a remarcar el carácter individual, personal y de ámbito doméstico de las agresiones. Estas fuentes ahondan en descripciones de la relación -"algo le ha tenido que pasar porque era un hombre muy bueno", o, "esto era algo que se veía venir…" -, reduciendo y encerrando artificialmente las agresiones en el mundo de los afectos. Se narra el suceso pero no el problema, se exhibe el efecto pero se esconde el motivo de fondo. Por el contrario, no se acude a fuentes conocedoras y estudiosas de la violencia de género con capacidad de explicar, interpretar y argumentar sobre las causas que la producen y de desentrañar sus raíces ideológicas, colectivas y políticas.

Hay quien piensa que, con tal de salir en los medios de comunicación, todo vale. Lo importante es que se hable, dicen. Pero este tipo de marketing es muy útil cuando se trata de vender un libro, un disco, incluso una idea…, pero, en el caso de la violencia contra las mujeres, el tratamiento informativo resulta sumamente perverso. Al final sucede como les pasó a las parejas del bar. Que cuando se pasa la página o se apaga la televisión, llega el olvido. Tal es la conformidad mental.

Nati Abril

Periodista y profesora de la Universidad del País Vasco