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No basta con la pena

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" 'Me cogió del cuello y me dijo que no gritara, que abriese la puerta, que me iba a matar con un cuchillo'. Así comienza el relato de Remedios Dominguez, la mujer que salvó la vida (…). Lo podrán escuchar ustedes después de la publicidad". Sentada en la barra de un bar, mientras esperaba que llegasen los cafés, no daba crédito a las imágenes televisadas ni a las palabras pronunciadas por la presentadora de un informativo de Tele 5...

...Las dos mujeres que estaban con ellos, unos pasos más atrás y fuera de la barra, permanecieron en silencio mirando fijamente a la pantalla y después, en voz baja, hicieron algún comentario entre ellas que no llegué a escuchar. Pero tan pronto desaparecieron las imágenes de la mujer magullada y malherida y entraron los anuncios, cambiaron de tema de conversación.

... Las imágenes, sin lugar a dudas, fueron impactantes. Lo que era del todo imprevisible es que la misma cadena de televisión esperase su salida del hospital con el fin de captar el impresionante momento en el que una vulnerable mujer, rota por la brutal experiencia sufrida, se viniera abajo al encontrarse de nuevo en el lugar donde fue atacada.

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El afán de novedad impone cada nueva temporada mayores dosis de dramatismo, de truculencia. Es el todo vale con tal de que suban las audiencias.

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... Cada día que pasa las imágenes y el grado de violencia en los programas son más fuertes. Se seleccionan aquellas imágenes novedosas siempre que sean impactantes, conmuevan, aterren . Imágenes en las que abunda la sangre, la destrucción, la muerte en directo (Afganistán, Palestina, el '11-S'…).

 

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Quienes están detrás de las programaciones, quienes seleccionan las imágenes, quienes compran los derechos de explotación de determinados programas, saben perfectamente lo que hacen: Buscan la rotundidad del éxito, aunque a veces metan la pata, lanzando flechas emponzoñadas al corazón, a la esfera emocional. Y quienes construyen las informaciones y los "testimonios" sobre violencia de género, también. Saben perfectamente que la mejor manera de que las cosas sigan igual, de encubrir la problemática de fondo y mantener impolutas las relaciones jerárquicas entre los sexos, es informar sobre la violencia sexista como si se tratara de una suma de "dramáticos" sucesos personales en vez de como un problema ideológico y colectivo, fruto del sistema patriarcal en el que nos educamos mujeres y hombres.

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Hay quien piensa que, con tal de salir en los medios de comunicación, todo vale. Lo importante es que se hable, dicen. Pero este tipo de marketing es muy útil cuando se trata de vender un libro, un disco, incluso una idea…, pero, en el caso de la violencia contra las mujeres, el tratamiento informativo resulta sumamente perverso. Al final sucede como les pasó a las parejas del bar. Que cuando se pasa la página o se apaga la televisión, llega el olvido. Tal es la conformidad mental.

Por Nati Abril