El encuentro entre aztecas y españoles
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En el verano de 1520 la probabilidad estadística les llegó a Cortés y a sus hombres.
Una masacre brutal de notables aztecas desarmados en la capital Tenochtitlan desencadenó una rebelión general contra los invasores y Moctezuma, que durante largo tiempo había sido una suerte de rehén de los españoles, fue asesinado. (Según fuentes españolas por una piedra cuando él, sin suerte, intentó disolver un ataque por parte del populacho azteca, según los indios por los españoles, quienes lo habrían asesinado metiéndole una espada por el ano.) En un esfuerzo desesperado por romper el cerco de Tenochtitlan, murió entre la mitad y las dos terceras partes de todos los españoles, y aparte de estos muchos de los caballos –lo que era especialmente grave , ya que los aztecas miraban a estos animales con una mezcla de miedo y respeto, de la que sus acorazados amos nunca pudieron gozar, de quienes los aztecas consideraban que peleaban de una forma extraña y cobarde. Como una sombra sangrienta se escabulleron los restos del pequeño ejército de Cortés lejos hacia la costa y la seguridad- hostigados no solamente por los indios que los perseguían sino también por las dudas y las deserciones.
En este momento no parecía que pudiera ocurrir ningún cambio en el curso de la historia. Más que eso. La suerte parecía completamente echada.
Subió un nuevo jerarca de los aztecas: Cuitláhuac. Éste era un hombre duro, que no guardaba ninguna ilusión ni humana ni teológica con respecto a los invasores; él mandó matar a todos los colaboradores –inclusive a un buen número de los hijos de Moctezuma-, inició tratativas con los indios aliados de Cortés para hacerles cambiar de bando, e hizo los preparativos necesarios para tirar a los últimos españoles al mar.
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Aquí pudo haber concluido todo. Aquí pudo haber cambiado el rumbo de la historia. Con la expedición de Cortés enterrada bajo tierra habrían ganado los indios de Mesoamérica un respiro, que podrían haber usado para aprender algo de la tecnología, algo sobre las poderosas armas que los extranjeros traían consigo. Enfrentados a esta catástrofe habría sido dudoso que los conquistadores posteriores: Pizarro y Almagro hubieran podido llevar a cabo sus expediciones, lo que a su vez hubiera significado que la otra civilización importante, el imperio inca, también podría haber obtenido un respiro muy necesario.
Probablemente ni los aztecas ni los incas, a la larga podrían haber resistido el colonialismo blanco. (La enorme ventaja de los europeos en la colisión con estas culturas y otras civilizaciones arraigadas en tierra firme no radicaba ni en la pólvora ni el acero sino en las grandes naves, fáciles de maniobrar que les posibilitaban regresar después de cada fracaso e intentarlo de nuevo.) Pero si los indios hubieran resistido el shock del primer encuentro, habrían sido grandes las posibilidades de que su historia hubiera sido parecida a la de India o China. Es decir: ellos hubieran caído bajo el dominio europeo y tal vez inclusive bajo el gobierno europeo, pero habrían sobrevivido como civilización. Y nuestro mundo sería muy distinto.
Pero así no fue.