Disparar para que no cambie nada
UMBERTO ECO
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Se siente cierta incomodidad al reflexionar (y más aún al escribir) sobre la vuelta del terrorismo. Da la impresión de volver a copiar al pie de la letra los artículos escritos en los años setenta. Ello nos demuestra que, aunque no sea cierto que no haya cambiado nada en el país desde aquella década, sí lo es que no ha cambiado nada en la lógica del terrorismo. Es la nueva situación en que reaparece lo que induce, si acaso, a hacer unarelectura en una clave ligeramente distinta.
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Se dice que el acto terrorista aspira a la desestabilización,
pero se trata de una expresión vaga, porque el tipo
de desestabilización a la que puede aspirar un terrorismo
'negro', un terrorismo de 'servicios secretos desviados',
y un terrorismo 'rojo' es distinta. Asumo, mientras no se demuestre lo contrario, que el asesinato de Marco Biagi es
obra, si no de las auténticas Brigadas Rojas, sí
de organizaciones con principios y métodos parecidos,
y en este sentido usaré de ahora en adelante el término
'terrorismo'.
3
¿Qué se propone normalmente un acto terrorista?
Dado que la organización terrorista persigue una utopía
insurreccional, aspira sobre todo a impedir que oposición
y gobierno lleguen a acuerdos de cualquier tipo, tanto si
se alcanzan, como en tiempos de Aldo Moro, mediante una paciente
labor parlamentaria, como a través de un enfrentamiento
directo, huelga u otras manifestaciones con vistas a inducir
al gobierno a revisar algunas de sus decisiones. En segundo
lugar, aspira a empujar al gobierno a una represión
histérica, que los ciudadanos sientan como antidemocrática,
insoportablemente dictatorial, y por lo tanto hacer que estalle la insurrección de un amplio sector preexistente de
'proletarios o subproletarios desesperados', que sólo
esperaban una última provocación para iniciar
una acción revolucionaria.
4
A veces, un proyecto terrorista tiene éxito, y el caso más reciente es el del atentado contra las Torres Gemelas. Bin Laden sabía que en el mundo había millones de fundamentalistas musulmanes que sólo esperaban para sublevarse la prueba de que el enemigo occidental podía ser 'golpeado en el corazón'. Y en efecto así ha sido, en Pakistán, en Palestina, y también en otros lugares. Y la respuesta estadounidense en Afganistán no ha reducido, sino reforzado, ese sector. Pero para que el proyecto tenga éxito hace falta que este sector 'desesperado' y potencialmente violento exista, y cuando digo existir quiero decir como realidad social.